Todo empezó con una petición concreta: incorporar una rampa de acceso para hacer el vestíbulo más inclusivo. Pero pronto descubrimos que el espacio pedía mucho más: luz, calidez y una nueva forma de dar la bienvenida.

Sin romper con la esencia del lugar, redibujamos la entrada con una puerta de hierro y vidrio, que conecta el vestíbulo con el exterior y lo llena de luz natural. El pavimento y una de las paredes se visten con porcelánico de acabado piedra, mientras que el roble en lamas verticales aporta textura y armonía al otro lado.

Para humanizar la espera, diseñamos un banco con tejidos en tonos rojizos, que añade un toque cálido y acogedor. En la escalera, rehabilitamos la barandilla original y aplicamos un estuco natural con textura, conectando pasado y presente con sutileza.

Una reforma de vestíbulo que nació de una necesidad funcional y terminó transformando el espacio de bienvenida en un lugar lleno de carácter, confort y luminosidad.